Ser profe en una cárcel: la habilidad de educar en contextos de encierro
José Constantino Manca es docente de Lengua y Literatura, pero sus clases no sólo consisten en enseñar a leer y escribir. Su principal objetivo es lograr que sus estudiantes del penal de Concepción puedan reinsertarse en la sociedad. Para adquirir nuevos conocimientos comenzó a cursar las primeras materias de la Lic. en Gestión de la Educación en Contextos de Encierro.
José Manca, muchas veces presentado como “el profe de la cárcel”, aceptó ejercer la docencia dentro del penal de Concepción -Tucumán- porque representaba un desafío.
“Para mí es una dicha trabajar en contextos de encierro y siento que me preparé toda mi vida para poder estar acá. Mis experiencias como profesional construyeron los cimientos para enfrentarme a esta realidad. Anteriormente trabajé en alta montaña, lo que significa caminar 10 horas o más para llegar a la escuela y trabajar con poblaciones con cierto grado de vulnerabilidad”, destacó.
Profesor de muchas disciplinas
“En contextos de encierro, el profesional debe tener una concepción del mundo diferente y recordar que sus alumnos son sujetos con derechos. El objetivo de la pena es buscar resocializar a la persona. Por lo tanto, la educación es un eje fundamental”, explica José.
Sobre sus vivencias en la institución, declaró: “Este es un trabajo muy serio porque todos los vicios y virtudes de una sociedad están potenciados en una cárcel. Se presentan situaciones que te superan, por ejemplo, primero tener que conseguir la autorización de los internos para ser aceptado e ingresar al penal. Por eso, como docente, tenés que realizar investigaciones y confiar en la capacidad de los vínculos porque te encontrás con personas privadas de la libertad ambulante viviendo una realidad totalmente diferente”. Y agregó: “Me propuse descubrir cuáles eran las necesidades concretas que existen en un penal donde el 45% no está alfabetizado”.
“Después de probar con varios talleres y dejar de lado la pedagogía “clásica” comencé a preparar mi propia estructura de trabajo. La alfabetización, no es sólo aprender a leer y escribir, es una constante. Las personas tienen que poder salir adelante una vez que logran el beneficio de la libertad, pero muchos de ellos no tienen oficios y el docente no puede desconocer esto. Los conocimientos como la albañilería, plomería, electricidad o costura se vuelven muy relevantes. De esa manera, me convertí en tallerista socioeducativo, debido a que la disciplina lengua es transversal a todas las otras áreas”, detalla.
“Con esta manera de trabajar, los chicos escribieron sus propios cuentos mientras se ayudaban entre sí. Luego, se publicaron como historietas e hicieron una obra de teatro. Otro desafío que tuvimos fue hacer un cortometraje y ganamos muchos reconocimientos”, comentó.
Ser estudiante de la UBP
“Existe una necesidad de elaborar proyectos superadores por el nivel de reincidencia y la licenciatura me da la posibilidad de generar nuevas propuestas. Además, el plan de estudios tiene una gran relación con mi trabajo. Por ejemplo, durante el cursado aprendí cuestiones legales que un docente debe saber y yo desconocía”, subrayó.
En relación a los saberes incorporados, reflexionó: “Dentro de unos 5 años me voy a jubilar. Para mí, la licenciatura me da la oportunidad de continuar aprendiendo y compartir todo esto con mis colegas. Me gustaría aportar para que sepan lo que significa la educación en contextos de encierro y puedan estar preparados para este hermoso reto”.