Reflexiones de un veterano: la guerra, sus días como prisionero y defender la Patria más allá del deber
Sergio Rubén Díaz es analista de sistemas, egresado del Instituto Superior Pascal, y trabaja en la Universidad Nacional de Córdoba como auditor informático.
Hoy en día se siente profundamente agradecido por su carrera, su familia y haber logrado abrazar las experiencias vividas en la Guerra de Malvinas.
A sus 20 años, Sergio debió unirse de forma obligatoria al servicio militar. Dispuesto a dedicar un año de su vida al Ejército, él ingresó a la fuerza el 2 de febrero de 1982.
Sin embargo, sus primeros meses en el Regimiento de Infantería 25 -ubicado en Chubut- fueron, por así decirlo, similares a la palabra agradable: estaba encargado del gimnasio y, por este motivo, no debía hacer guardias. “Pero claro, eso duró poco”, advirtió Sergio.
El 26 de marzo un subteniente le preguntó: “Diaz, ¿qué idioma aprendiste en el secundario? ¿Inglés? Bueno, te anoto para un grupo especial”. A las pocas horas ya habían comenzado las prácticas.
“Nos enseñaron a tirar con pistola y otros armamentos que no habíamos usado. Ahí nos dijeron que formábamos parte de una sección de tiradores especiales y que íbamos a hacer ejercicio entre las tres fuerzas armadas: Ejército, Marina y Fuerza Aérea”, explicó.
El 27 de marzo a las 11 de la noche partieron en un camioncito con las lonas bajas y sin hablar hacia su operación secreta. Con el tiempo, se enteraron que al resto del regimiento les pusieron dos películas para que estuvieran entretenidos y no los vieran salir.
La incertidumbre como una constante
“Llegamos a Comodoro Rivadavia y nos subieron a un avión, pero nunca sabíamos a dónde íbamos. Cuando aterrizamos, nos dimos cuenta que estábamos en Bahía Blanca. De ahí nos llevaron a Puerto Belgrano. Mientras veíamos a los barcos en el muelle pensábamos que era lo más parecido a una película de guerra”, describió.
“El Teniente Coronel Seineldín nos dio instrucción militar y una clase de geopolítica. Nos habló de la importancia de Malvinas y el interés de los anglosajones. Pero, por sobre todo, sabíamos que si se cumplían 150 años y no volvíamos a izar la bandera, perdíamos los derechos internacionales de reclamarlas”, destacó.
Luego, les comunicaron que iban a viajar en un buque de desembarco. “Nosotros estábamos entregados porque sabíamos que teníamos que servir a la Patria”, agregó.
En Malvinas
El buque de Sergio llegó a destino el 1 de abril. En ese mismo momento les comunicaron su primera misión: recuperar Malvinas.
Mediante una operación anfibia debían tomar el aeropuerto en 45 minutos y dejarlo operativo para continuar el desembarco aéreo.
El miedo al agua de Sergio provocó que fuese uno de los últimos en subir al tanque. “No tuve en cuenta que iba a ser el primer soldado del Ejército que pisara Malvinas, luego de los oficiales”, señaló.
En el lugar, el grupo encontró a cuatro ingleses quienes se entregaron sin resistencia. Sergio recuerda la prohibición de disparar, a menos que los atacaran. Bajaron con armas, pero nunca las utilizaron. Por lo menos en ese momento.
Fueron en dirección a Puerto Argentino e izaron la bandera luego de casi 150 años de que no flameara en Malvinas. “Las Islas ya estaban recuperadas”, enfatizó.
El comienzo de la guerra
“La Operación Rosario consistía en tomar las Islas, retirarnos y, sin presencia militar, iniciar una negociación. Pero eso nunca se dio. Cuando los ingleses se enteraron de que habíamos recuperado Malvinas, ellos enviaron a toda su flota”, lamentó el ex combatiente.
La situación límite de Sergio, que le dejaría en claro que estaba en una guerra, fue cuando tres aviones tiraron bombas en el lugar en el que estaba: “Ahí murieron muchas personas de la Fuerza Aérea y destruyeron muchos aviones”.
Después fueron enviados al Estrecho de San Carlos. La misión era dar una alerta temprana ante un posible desembarco inglés.
El 21 de mayo, durante su guardia, Sergio comenzó a escuchar ruidos y fue a ver qué sucedía. Allí se encontró con el desembarco, dio aviso y entraron en combate.
Tras un enfrentamiento en el que derribaron a dos helicópteros quedaron sin comunicación. Nadie podía tener certeza de dónde se encontraban ellos. Por esto, los soldados caminaron hasta que encontraron una casa abandonada. Sin embargo fueron localizados por los ingleses y, como única opción, pasaron la noche en medio de la nada.
“Cada 15 minutos nos hablaban para ver si nos estábamos congelando. A la mañana cuando quisimos levantarnos, ninguno podía ponerse en pie. Hicimos un poco de gimnasia y seguimos caminando. Ese día cantamos el himno nacional recordando el 25 de Mayo, mientras helicópteros ingleses pasaban por encima de nosotros a todas horas. Ya no importaba el frío ni el hambre, sino pasar un día más”, expresó.
15 días siendo prisioneros
El 26 de mayo los soldados fueron rescatados y llevados a Puerto Argentino.
Sin embargo, los enviaron de nuevo a Darwin: “Cuando llegamos ya estaban combatiendo, los ingleses estaban avanzando y nos enteramos que habían muerto los compañeros de las otras secciones. No podíamos hacer nada frente al armamento de los ingleses. Luego, nos movimos de zona y tratamos de hacer una defensa, pero estábamos enfrentando a un batallón. Ellos eran unos 200 soldados, nosotros solo 40”.
El 29 de mayo entregaron sus armas y fueron tomados prisioneros. De aquellos días, Sergio rememoró: “Nos llevaron a un buque y convivimos con los ingleses. Ellos nos demostraron mucho respeto. Nos preguntaron sobre Argentina, cuántos años habíamos estado en la escuela de guerra (a lo que les dijimos que solo teníamos 18-20 años), si teníamos novias o cuánto nos pagaban (cómo explicarles que lo hacíamos por amor a la Patria)”.
“Ellos eran profesionales, no era su primera guerra y lo consideraban un trabajo más. A pesar de esto, les costó mucho recuperar Malvinas y tuvieron muchas pérdidas”, subrayó.
El 13 de junio Sergio fue liberado en Uruguay.
El legado y qué nos toca
“Malvinas no fue simplemente ese evento en 1982 y ahí terminó todo. Hoy Malvinas representa el futuro que queremos tener como país. Uno tenía para hacer hasta cierto punto, pero nosotros fuimos más allá. Si todos trabajamos un poquito más allá del deber, para el bien del país, podrían ocurrir cambios impresionantes”, reflexionó el veterano.