El cura Oberlín, cordobés del año, visitó la UBP
Los alumnos de cuarto año de las Lic. en Comunicación asistieron a la clase de Periodismo acompañados por Mariano Oberlín, sacerdote cordobés elegido “Cordobés del año” por La Voz del Interior, por su incansable lucha contra el narcotráfico en barrios marginados. Gracias a su labor muchos jóvenes han superado las adicciones, insertándose en la sociedad a través de oficios.
Imanol Annes, estudiante de la Lic. en Periodismo, cuenta su vivencia a través del siguiente relato:
El padre Oberlín sabe qué decir
“Se acomoda en la butaca, nos da tiempo para respirar, sabe lo que nos espera. Mira su reloj de muñeca, luego a sus entrevistadores. Le propongo que empiece a hablar, las preguntas surgen de las dudas y las dudas no vienen solas.
Empieza con frases conocidas, desde que comenzó con la rutina de las entrevistas las debe haber dicho no menos de dos docenas de veces: su lucha contra la droga (en especial el paco), la pobreza, la ausencia del estado, la miseria y padres presos como un problema estructural que tiene tantos huecos que no se sabe por dónde empezar; esos temas más o menos entendibles que se analizan a diario por el televisor y que desde hace un par de décadas son uno de los principales ejes de las campañas presidenciales.
Las palabras van directo al alma
Vestido de civil, con una barba que deja crecer a su antojo, cada 10 o 15 minutos se enoja de su verborragia. Tiene 45 minutos para bombardearnos de realidad: un niño de cuatro años que ya probó la marihuana, chicos que sienten mucho placer cuando alguien los trata bien, que saben que el paco los está matando pero les cuesta dejarlo, un chico que es la primera vez en su vida que tiene a alguien para “rendirle cuentas”, chicos que se fueron de su casa y terminaron en la casa de narcotraficantes, viendo cuando estos arreglaban con la policía. Los delivery de droga como rutina, “meter el caño” como método de subsistencia, frase que entró en el trending topic de su discurso junto con la “portación de rostro” que sufren los chicos de barrio Müller.
La vida como un “jenga”
Tiene tanto para decir que no sabe por dónde empezar, mira el reloj cada vez que termina una historia y se lamenta de no tener tiempo para contar todo lo que le gustaría. Narra la historia del carpintero que ayudó a los jóvenes a hacer una mesa “de lujo” comparando cada estructura con la de sus vidas. Detalla la cara de sorpresa de los chicos cuando vieron la mesa terminada; la mostraron en una de las misas. El llanto de uno de los chicos cuando la madre fue a esa misa y le hizo saber que podía hacer cosas lindas cuando el 95% de su familia estaba presa. Mira el reloj y se lamenta nuevamente. “Estoy cada vez peor”.
Se entusiasma al hablar lo que indica la proximidad de una metáfora. “La vida de estos chicos es como un jenga” comenta y recuerda el famoso juego en el que se van sacando las partes de una torre y se sabe que en algún momento se va a caer. Me lleva algo de tiempo comprender el significado absoluto de la frase, pienso en quienes construyen una torre cada vez más sólida. “Para donde quieran salir hay barreras, si quieren salir del barrio se encuentran con la barrera policial y cuando van a pedir trabajo a una empresa y ven el barrio del que vienen y cómo están vestidos le rompen el currículum en la cara”. Recuerdo a Donald Trump y la famosa grieta de los argentinos, ‘quizás esa sea la verdadera grieta’ pienso en mi interior, con algo de enojo”.
Parte 1
10/05/2017