Resultado cantado con miras a 2023
Nota de opinión escrita por el Dr. Carlos Juárez Centeno, docente de las carreras de Abogacía y Comunicación, y Mgter. Adrián Tuninetti, becario de investigación de la UBP.
Luis Juez y Rodrigo de Loredo concretaron una rotunda y esperada victoria en Córdoba y obtuvieron 8 bancas -entre senadores y diputados-, aventajando por casi 30 puntos a Hacemos por Córdoba, a pesar del esfuerzo de Schiaretti en la campaña y a un lejano tercer puesto al Frente de Todos, profundizando el antikirchnerismo en esta provincia.
Restaba solamente la confirmación de una abultada victoria de Juntos por el Cambio en Córdoba en las elecciones legislativas de medio término. Así, la lista de senadores encabezada por el líder del Frente Cívico, Luis Juez, y la de diputados cuya cabeza de lista fue el joven radical Rodrigo de Loredo, duplicaron en votos a la del peronismo cordobés y relegó a un lejano tercer puesto a los candidatos del Frente de Todos, apenas arañando el 11% de los votos en el recuento provisorio.
Una vez conocidos los primeros datos oficiales, la algarabía que se estaba conteniendo en el búnker de Juntos por el Cambio explotó. Luis Juez al hacer uso de la palabra exclamó: “Les ganamos a los tres aparatos del peronismo: al de la Nación, de Alberto y Cristina. Al de la provincia, de Schiaretti y al de la municipalidad, de Llaryora. Para que lo sepan, hoy arrancó un sueño que sólo dios sabe dónde va a terminar. Y no es el sueño de Luis Juez ni de Rodrigo de Loredo, es el sueño de los cordobeses”, dejando en claro que esta elección legislativa fue tomada por el senador electo como una prueba de cara a 2023, cuando se elija gobernador, en la que Juan Schiaretti no podrá ser candidato.
En la misma sintonía se expresó Rodrigo de Loredo quién apuntó directamente hacia 2023 al afirmar que “Juntos por el Cambio tiene que construir una alternativa. Se inicia un camino que nos va a encontrar unidos y enfocados en los temas de Córdoba para darle a esta provincia una alternativa”.
La provincia de Córdoba representa el 8,7 % del padrón nacional siendo el segundo distrito más importante del país, detrás de la provincia de Buenos Aires. La victoria sin despeinarse de Juntos por el Cambio en Córdoba se descontaba, sólo había que ver los guarismos finales que según el recuento provisorio ascendió a un 54,05%. Es de resaltar que la victoria de listas opositoras en elecciones de medio término es una tendencia que viene sucediendo desde 2009 en la provincia mediterránea, mientras que para las elecciones ejecutivas el aparato peronista cordobés mueve toda su estructura y logra los triunfos necesarios para mantenerse en el poder, que está próximo a cumplir 23 años desde la victoria de José Manuel De La Sota sobre Ramón Bautista Mestre en diciembre de 1998.
Córdoba amarilla
El rechazo al peronismo nacional encabezado por Alberto Fernández hizo que la elección de los candidatos cordobeses de la alianza entre radicales, macristas y juecistas se haya convertido en la más abultada derrota que sufrió el gobierno nacional en las elecciones de este domingo 15 de noviembre en todo el país, ya que si bien en otros distritos el Frente de Todos también quedó en tercer lugar, en ningún otro la diferencia fue tan amplia.
Córdoba ha sido un distrito que ha acompañado al macrismo desde 2015 tanto en las elecciones de medio término como en las presidenciales, no así para gobernador, en las que Juan Schiaretti logró imponerse en 2015 y en 2019, esta última favorecido por la división del espacio Cambiemos entre Ramón Mestre y Mario Negri.
Ese sentimiento anti-K en Córdoba fue capitalizado por los candidatos de Juntos por el Cambio que se alzaron con la voz más contundente en contra del gobierno nacional e hicieron campaña con la idea del “basta” para ponerle “un freno a Cristina”, terminando la semana pasada con Luis Juez exclamando que “cagaría a trompadas” al Presidente Alberto Fernández por sus dichos sobre Córdoba, además de hacer foco en que en esta provincia los índices de pobreza son aún superiores al del conurbano bonaerense, alcanzando aproximadamente un 46% en el Gran Córdoba, todos hechos que llevaron a que gran parte del electorado de todas las clases sociales se inclinaran a favor de estas listas y lograran un resultado histórico que los posiciona de excelente forma para las elecciones ejecutivas provinciales de 2023.
Juntos por el Cambio ganó en 22 de los 26 departamentos provinciales y la tendencia que se mostró en las PASO en la ciudad de Córdoba incluso superaron sus expectativas, ya que obtuvieron un 20% más de votos que en esa elección de setiembre. No sólo lograron contener el electorado de las primarias, sino que incluso aumentaron en casi 200 mil boletas a su favor y superaron finalmente el millón de votos en total.
Al momento de los festejos, ambos primeros candidatos se repartieron el protagonismo en vistas a mostrar una señal de unidad desde ese mismo instante. La alegría del histórico triunfo se percibía desde el mismo domingo muy temprano con números que les llegaban de las distintas mesas testigos en donde la aplastante victoria era un hecho. La tarea que deberán llevar adelante, no sin sorpresas ni obstáculos, es hacer que esa unidad que se mostró en el escenario se mantenga, para que puedan convertirse en una real alternativa para las elecciones a gobernador de 2023, tal como lo vienen pregonando desde hace tiempo, siempre y cuando no cometan el mismo error de 2019 cuando al dividirse favorecieron la reelección del actual gobernador.
Se sabe, y a la luz de estos abultados números, que en la línea de partida hacia la candidatura para la gobernación de Córdoba por este espacio, están los dos ganadores de este domingo, Juez y De Loredo. Sin embargo, habrá que esperar para ver el derrotero de las circunstancias políticas de esa fuerza opositora para mantener esa mentada unidad o, si en estos dos años, la imagen que se vio sólo queda en el recuerdo, ya que la política es tan dinámica como la vida misma.
El gran elector, derrotado
La lista de Hacemos por Córdoba, encabezadas por Alejandra Vigo y Natalia De La Sota, estuvieron bastante lejos de las expectativas. Tanto es así que el propio Juan Schiaretti viendo las encuestas que llegaban al Panal luego de las primarias se puso la campaña al hombro, e incluso sumó en el último tramo de la campaña al intendente de la ciudad de Córdoba, Martín Llaryora, para tratar de lograr el titánico esfuerzo de, por un lado, trata de quitarle algún porcentaje de votos a Juntos por el Cambio y por el otro, lograr una mayor diferencia respecto de las listas del Frente de Todos que obligue a la Casa Rosada a deponer las armas y sentarse a negociar de cara a 2023 con el peronismo cordobés.
Las urnas demostraron que ese esfuerzo fue en vano, ya que los números finales fueron muy parecidos al de las PASO y el gobernador cordobés no logró ni quitarle caudal de votos a Juntos por Cambio, ni aplastar aún más al Frente de Todos, que conservó su núcleo duro local.
El único motivo de festejo en las huestes de Hacemos por Córdoba fue recuperar la banca en el senado que había llevado a filas K Carlos Caserio en 2019, objetivo que se sabía de antemano lograrían. Mientras que en el tramo de diputados, perdió una banca que debilita al gobernador en su estrategia de proyectarse a nivel nacional, especialmente frente a sus pares gobernadores para hacer frente al poder de la Casa Rosada, y en particular hacia el Instituto Patria.
Las expectativas schiarettistas quedaron muy lejanas con la confirmación de los números finales. Dentro de ese espacio comenzaron algunos reproches en especial por el error que entienden no haber logrado un acuerdo con el peronismo nacional a principios de este año para hacer frente a la lista de Juntos por el Cambio, como lo propiciaban, entre otros, Martín Gill.
El propio Schiaretti demoró la decisión hasta casi último momento del cierre de listas, pero al final decidió jugar separado del peronismo nacional y postuló a su propia esposa para el senado y a la hija de su aliado político cordobés, poniendo en marcha todo el potencial publicitario y electoral provincial a favor de la campaña en estas elecciones legislativas. Ante el desconcierto en las encuestas que cada vez daban una mayor ventaja a Juez-De Loredo, Hacemos por Córdoba cambió la táctica exacerbando aún más el mentado cordobesismo y tildar al Área Metropolitana de Buenos Aires como el eje de todos los males, con slogans tales como “basta de subsidiar a los porteños”, estrategia que al final de cuentas, no fue acertada ya que de las PASO a las generales, sólo sumaron aproximadamente 44 mil votos, superando apenas el 25% total.
Los resultados finales dejaron un sabor amargo en el Panal, más allá de recuperar un lugar en el senado, perdieron una banca en diputados y allanaron el camino para que Juntos por el Cambio sea una opción viable hacia 2023.
Paliza esperada
En el Frente de Todos, la expectativa de esta elección no era muy alta. En vistas a lo que había sucedido en las PASO, el objetivo de este espacio para las generales era mantener ese electorado cordobés fiel al kirchnerismo, hecho que logró, ya que en ambas elecciones apenas superó el 10% de los votos. Esos números llevaron a que sea la peor derrota del frente en todo el país quedando a más de cuarenta puntos por debajo de Juntos por el Cambio.
Se sabe que Córdoba es, desde hace años y luego de la victoria de Cristina Fernández para lograr su segunda presidencia en 2011 por casi el 35% de los votos, una tierra inexpugnable para el kirchnerismo, potenciado por la crisis de la rebelión policial en 2013, el conflicto sin cicatrizar con las entidades agropecuarias, y una feroz maquinaria de medios de comunicación contra los gobiernos K, que hicieron que, en cada elección, la ola amarilla crezca cada vez más y el rechazo a cualquier atisbo de acercamiento a la actual vicepresidenta se vea como una señal política en contra.
Sólo queda como premio consuelo haber retenido la única banca que se ponía en juego en diputados en manos de Martín Gill, quién deberá decidir su futuro si asume en el Congreso o si regresa a la Intendencia de Villa María, dejando su cargo en la Secretaría de Obras Públicas de la Nación.
Esta catastrófica pero esperada derrota del Frente de Todos también debe poner en eje la estrategia del gobierno nacional en Córdoba, ya que no estaban tan errados quienes entendían que debía lograrse un acuerdo con el peronismo cordobés para estas elecciones, tal como sucedió en las elecciones municipales tanto de Villa María como de Río Cuarto, en las cuales el PJ nacional y el peronismo provincial fueron aliados, con la idea al menos de maquillar una segura derrota con Juntos por el Cambio.
Panorama nacional
Las elecciones de este domingo 15 de noviembre tuvieron la paradoja de mostrar a casi todas las fuerzas políticas festejando. Por el lado del gobierno nacional, celebraron la remontada obtenida en la “madre de todas las batallas”, la provincia de Buenos Aires, en donde el recuento provisorio ubicó a la lista encabezada por Victoria Tolosa Paz a menos de un punto y medio respecto al candidato de Juntos, Diego Santilli.
Esto evidenció que la estrategia de cambios de gabinete a nivel nacional, la carta de CFK que movió los cimientos internos del Frente de Todos-, el avance en la campaña de vacunación contra el COVID, la movilización de las bases militantes en los barrios más populares del conurbano, la inyección de recursos a las clases medias, los cambios a nivel del gobierno provincial bonaerense (especialmente con el nombramiento de Martín Insaurralde como Jefe de Gabinete provincial que articuló con los intendentes locales), como así también lograr una mayor participación electoral (trepó casi cuatro puntos porcentuales), se tradujo en un empate técnico con respecto a la lista opositora de Juntos.
Asimismo, otros factores que pueden haber contribuido a esa remontada fueron, por un lado, las últimas apariciones públicas del expresidente Mauricio Macri, a quien la sociedad parece no haberle perdonado aún su gestión: todas las encuestas confiables lo muestran como uno de los políticos con peor imagen en todo el país. Mientras que por el otro, el relajamiento de la oposición que descontaban un triunfo aún mayor en la provincia de Buenos Aires, algo de lo que habitualmente suele pecar el peronismo de darse por ganador de antemano y que en esta ocasión se adueñó del espacio opositor.
Por el lado Juntos, se festejó que ganaron por casi nueve puntos a nivel nacional, incluyendo en esa victoria la decisiva provincia de Buenos Aires y consolidó asimismo un núcleo duro de votantes en los grandes centros urbanos -a excepción de Rosario, donde el FDT ganó por cuatro puntos-, como así también haber logrado quitarle el quórum al peronismo en el senado por primera vez desde el regreso de la democracia, lo que implica que el rol que tengan los senadores que no responden al oficialismo ni al macrismo sean vitales, entre ellas Alejandra Vigo por Córdoba así como sus pares de Misiones y Río Negro. Esas negociaciones serán un tire y afloje constante y habrá que ver la cintura que demuestre el gobierno en ese sentido.
Entre los sinsabores del principal espacio opositor, pretendían una victoria más holgada en Ciudad de Buenos Aires -donde se evidenció una fuga de votos hacia la extrema derecha de Javier Milei-, además confiaban en mantener y, en su caso, aumentar la diferencia en PBA respecto de las PASO y, por último, lograr una mayor suma de diputados para intentar alzarse con la Presidencia de la Cámara de Diputados, hoy en manos de Sergio Massa, hecho que no sucederá habida cuenta de los números finales de la elección y de la futura composición del Congreso a partir de diciembre.
Párrafo aparte merecen las fuerzas menores, entre ellas la izquierda del Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad, que tendrá cuatro representantes en Diputados, dos por la Provincia de Buenos Aires, con Nicolás del Caño y Romina del Plá y las históricas elecciones en Jujuy, con un 25% de los votos llevó al trabajador recolector de origen coya, Alejandro Vilca y en la Ciudad de Buenos Aires, con Myriam Bregman, convirtiéndose así en tercera fuerza a nivel nacional. También es de destacar el crecimiento de los denominados libertarios que tendrán dos representantes con Milei a la cabeza y secundado por Victoria Villarruel en CABA más los tres diputados que ingresarán por esa fuerza liderados por José Luis Espert representando a los habitantes de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, a pesar del ruido mediático que han tenido, es una fuerza que está circunscripto especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, ya que en el resto de las jurisdicciones tuvieron un desempeño muy débil.
La elección para el gobierno nacional finalmente no fue tan catastrófica como parecía luego de las PASO de setiembre. Teniendo que hacer frente a un panorama complejo por la crisis económica heredada del gobierno anterior, con un país sin crédito internacional y una abultada deuda para pagar, sumado una pandemia sin precedentes a nivel global que, a pesar de algunos hechos que impactaron fuertemente en la población -como la foto en Olivos o el cierre de colegios que repercutió con mayor vigor en el ánimo de las clases populares del conurbano bonaerense-, fue bien administrada en líneas generales, ya que no se tuvo que asistir a las dramáticas imágenes de otros países en donde se apilaban cadáveres en las calles o faltaban respiradores en los hospitales y con una campaña de vacunación que ya ha alcanzado al 60% de la población con esquemas completos. Es así que, a pesar de todos esos hechos en contra, haber terminado a un escaso margen de la fuerza opositora en el principal distrito electoral y conservar la primera minoría en ambas cámaras, se puede decir que el gobierno nacional salió airoso de estas elecciones legislativas, a diferencia de lo sucedido en otros países en donde los oficialismos perdieron en forma contundente en toda elección en tiempos de pandemia.
Córdoba hacia 2023
Finalizadas las elecciones medio término, en Córdoba quedó evidenciado que Juntos por el Cambio arranca en primer lugar de cara a las elecciones a gobernador para 2023, con un Luis Juez que estaba anotado de antemano para esa pelea, pero que se le ha sumado Rodrigo de Loredo desde el radicalismo, apoyado nacionalmente por Martín Lousteau y Facundo Manes. Está claro que también se anota con un boleto para esa carrera el ex ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, bendecido por el expresidente Macri.
Esta multiplicidad de actores con vocación y voluntad para la gobernación dentro del espacio de Juntos por el Cambio, será replicado a nivel nacional para disputar las candidaturas presidenciales, donde el radicalismo está intentando lograr un mayor protagonismo dentro de la principal fuerza opositora y en la cual, a la luz de los resultados obtenidos, Horacio Rodríguez Larreta tendrá que aunar más esfuerzos por lograr su candidatura sin necesidad de una interna.
Respecto del cordobesismo, también es evidente que el gobernador Schiaretti deberá deponer sus ambiciones y empezar a tejer un acercamiento hacia el peronismo nacional si quiere mantener el poder provincial para 2023. En este espacio arranca en la línea de partida, casi sin rivales, Martín Llaryora a quien puede unirse Martín Gill como un eventual compañero de fórmula, como ya lo están haciendo asesores cercanos a ambos, con la idea de replicar la estrategia ganadora que instauraron José Manuel De La Sota y Juan Schiaretti desde 1998.
Los dos Martín tienen la capacidad de poder llegar al electorado que es tradicionalmente esquivo al peronismo, además de traer un aire de renovación a la política cordobesa y conformar una sociedad integrada con dos actores políticos del interior provincial con capacidad de dialogar con todos los sectores y probada gestión ejecutiva.
El escenario político provincial de cara a 2023 es una incógnita. Sin De La Sota e impedido Schiaretti para un nuevo período, el peronismo tendrá una jugada muy arriesgada, quizás la más importante desde que llegó al poder a finales de los noventa. La pregunta crucial es si el cordobesismo se une al peronismo nacional o si se la juega en solitario. Mientras que por el lado de Juntos por el Cambio, la clave pasa por mantener la unidad y no caer en el error de la división del espacio, como sucedió en la última elección a gobernador.
Todo está por verse en los próximos dos años. La rosca ya empezó.