Traigan los libros… Pistas para evaluar a libro abierto…
Hace algunos días, en nuestra publicación previa bajo el título Algunas líneas acerca del acto de evaluar en tiempos de pandemia, Saquen una hoja…, de Ediciones Misceláneas Educativas, compartimos unas primeras reflexiones con aplicación práctica acerca del acto de evaluar a los alumnos en los nuevos tiempos de virtualidad.
Hoy, invitamos a realizar una reflexión conjunta acerca de proponer a nuestros alumnos que realicen las evaluaciones con sus libros, apuntes y todo el material con el que cuenten.
Quizás algunos de ustedes digan: “Pero… ¿cómo? ¡Ahí se van a encontrar con todas las respuestas!” Otros, quizás comenten “es algo que vengo haciendo hace un tiempo y veo que los resultados son muy buenos”. Por su parte, quizás en otros casos se pregunten: “¿Cómo evaluar con libro abierto?… es impensado”. Así como estas expresiones compartidas, probablemente ustedes, nuestros lectores, puedan sumar muchas más.
Las miradas sobre la evaluación han ido cambiando a lo largo de los años y gracias a investigaciones que se realizaron y realizan en torno a este tema, muchas prácticas se van reconfigurando y adquiriendo otros matices.
Uno de los principales cambios radica en que la evaluación pasó de ser un elemento de “castigo” o de simple medición de resultados, para centrarse en el aprendizaje de los estudiantes y en su valoración, de modo tal que se constituya en una etapa más del proceso y no en una suerte de hitos que muchas veces parecen inconexos entre sí.
En el libro “La evaluación en la era digital”, sus autores (Blázquez Entonado, F.; Alonso Díaz, L. y Yuste Tosina, R., 2017, p. 15), plantean el concepto de ubicuidad aludiendo a que el “aprendizaje se da en cualquier momento y en cualquier lugar. Implica especial capacidad para la flexibilidad y adaptación a contextos diversos y en constante movimiento. Además, los materiales de enseñanza se encuentran disponibles en todo momento y son accesibles desde cualquier dispositivo”.
Hoy, nuestros estudiantes realizan sus tareas desde cualquier lugar, a través de muchos medios y en momentos por ellos pautados. Esta situación hace que tengan acceso a muchas fuentes de información que se suman a la bibliografía propuesta desde cada espacio curricular y ese hecho promueve que sus aprendizajes se enriquezcan y se sumen nuevas y más miradas ante una misma temática.
Ello también fortalece el ejercicio de la propia autonomía y la posibilidad de ir construyendo sus estrategias de estudio y su propia configuración de lo que implica aprender.
Ante estas ideas se puede observar que, a diferencia de otras épocas, hoy el eje está puesto en el alumno y que, como sujeto protagonista de su aprendizaje, constructor de conocimientos, sujeto que interactúa con sus docentes y compañeros, también tiene la posibilidad de generar reflexiones, proponer soluciones a problemas, analizar casos, realizar preguntas y promover sus propias elaboraciones.
Teniendo en cuenta estas aproximaciones, es que hoy proponemos pensar en evaluaciones a libro abierto.
¿Cómo abordar una evaluación a libro abierto?
Tal y como expresamos al inicio de este artículo, en la primera entrega de Misceláneas educativas, pretendimos abrir un camino en el sentido de repensar nuestras prácticas docentes considerando a la evaluación como parte del hecho educativo visto de modo integral, donde evaluación y aprendizaje son parte de una misma planificación de la enseñanza. Sin alejarnos de esa línea, brindamos algunas recomendaciones precisas para pensar la evaluación tomando como pistas: el qué, el cómo, el cuándo y el para quién evaluar – aspectos que están íntimamente conectados al momento de desarrollar un instrumento de evaluación-.
Como primera respuesta a la pregunta de este apartado, sería importante pensar que el hecho que un estudiante responda a una serie de interrogantes solamente con una hoja y una lapicera no estaría siendo sinónimo de aprendizaje. Precisamente, el tipo de preguntas que como docentes formulemos se constituirán en el eje de que esa evaluación sea significativa o no.
Como segunda cuestión a tener en cuenta nos encontramos con que sea cual fuere la estrategia que utilizamos para evaluar y la modalidad que ésta adquiera -ya sea presencial o a distancia – hay un aspecto que adquiere centralidad y es el hecho de que toda estrategia, técnica y/o instrumento de evaluación deberá estar “empapada” de validez y de confiabilidad.
“Se dice que un instrumento de evaluación es válido cuando evalúa lo que se pretende evaluar con él” (Camilloni, 1998, p.8). En el caso de la evaluación a libro abierto, al momento de construir un instrumento que sea válido, se lo hará considerando tanto los contenidos pretendidos, como las capacidades y habilidades que ese instrumento movilizará en el estudiante. A modo ilustrativo, podemos expresar que, si la instancia de evaluación debe probar la capacidad de argumentación escrita, un instrumento válido no será la prueba Verdadero o Falso, sino que en su lugar podemos proponer que el alumno elabore un ensayo, entre otros instrumentos posibles.
Para que los resultados de una evaluación sean confiables, “deben ser estables, permaneciendo semejantes en todas las ocasiones en que se administre ese instrumento u otro similar” (Camilloni, 1998, p.14). Claro está entonces que el tipo de instrumentos o técnicas de evaluación a implementar en un examen a libro abierto debiera ser familiar al alumno, evitando que su implementación por primera vez sea el día del examen. Del mismo modo, la condición de trabajar a libro abierto no debería ser empleada por primera vez en una evaluación.
Aseguradas las condiciones de validez y confiabilidad, estamos de algún modo garantizando que exista la coherencia entre el enseñar y el evaluar que son necesarias también en la circunstancia de la evaluación a libro abierto y para la cual brindamos a continuación los siguientes tips:
Los consejos presentados en este artículo acerca del cómo evaluar en una instancia a libro abierto se brindaron a modo de reglas de juego, las que será necesario interpretar en relación a las características propias del contenido enseñado. Deseamos que estos tips resulten provechosos para continuar enriqueciendo su propuesta de enseñanza ya sea de una asignatura, un módulo, o curso que usted tenga a cargo.
Por último, nos interesaría cerrar este artículo que, por supuesto queda abierto a ustedes lectores para que puedan pensar y reflexionar en torno a nuevos aportes, con la siguiente cita de Hargreaves: “una evaluación carecerá de validez cuando promueva aprendizajes que estén desligados de los principios sociales actuales”.
Referencias bibliográficas
Blázquez Entonado, F., Alonso Díaz, L., y Yuste Tosina, R. (2017). La evaluación en la era digital. Madrid: Editorial Síntesis.
Camillioni A. (1998) La calidad de los programas de evaluación y los instrumentos que los integran. En Camillioni, Celman, Litwin y Palou. La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo Ed. Paidós.
Autoras: Mgter. Valeria Moschetta y Mgter. María Helena Saddi – Dirección de Pedagogía – Universidad Blas Pascal.