22/07/2015 “Las mujeres deben sumar actividad física a su agenda”
La Voz del Interior. Nota sobre la disertación “El sedentarismo ¿cómo abordarlo?” que se organizó la Lic. en Educación Física de la UBP.
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Tendencia. Estadísticas indican que el sedentarismo es mayor en el género femenino. Especialistas lo atribuyen a la multiplicación de roles. Es un factor de riesgo de enfermedades crónicas.
El sedentarismo y la baja actividad física se han incrementado entre adultos y adolescentes y se da más en la población femenina. Especialistas afirman que esto se debe en parte a la falta de tiempo libre, pues en nuestras sociedades modernas la mayoría de las mujeres ejerce múltiples roles: muchas trabajan en doble jornada, lo que se suma al rol materno de cuidado de los hijos y de las tareas domésticas, con lo cual les queda poco tiempo para realizar una rutina de ejercicios físicos.
El sedentarismo físico o hipocinesia es la carencia de movimientos programados, estructurados y repetitivos para mejorar y mantener la capacidad física, que pone al organismo en una situación vulnerable ante enfermedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como la falta de ejercicio regular, durante al menos treinta minutos diarios con una frecuencia de cinco días a la semana. La actividad física es baja cuando consume menos de dos mil calorías.
En el género femenino, el estilo de vida sedentario es una importante causa de mortalidad y favorece a diferentes problemas de salud. “En la actualidad, la mujer ha incrementado el consumo de alimentos que resultan muy abundantes y altos en calorías. Además, al reducir el gasto energético por la baja actividad física, el exceso de energía se almacena en forma de grasa, potenciando la obesidad”, explica Carlos Balestrini cardiólogo del Instituto Modelo de Cardiología (IMC).
La obesidad es la consecuencia visible del sedentarismo físico, juntamente con la reducción del tamaño y la fuerza muscular, la mayor resistencia a la insulina que predispone a la diabetes, el incremento del riesgo de padecer hipertensión arterial, las alteraciones en los niveles sanguíneos de lípidos y la aceleración de la pérdida de masa ósea.
“Estos factores de riesgo cardiovasculares desencadenados por la inactividad física, asociados al hábito de fumar en muchos casos y a una vida cotidiana llena estrés, favorecen en la mujer y en la población en general el desarrollo de enfermedades. “Se estima que la inactividad física es la causa del 30 por ciento de la enfermedad coronaria, del 21 al 25 por ciento de los cánceres de mama y de colon, y del 27 por ciento de diabetes”, señalan desde el IMC. “Además, las mujeres sedentarias están más propensas a la depresión, notan más los efectos de la menopausia, presentan problemas para dormir, son menos productivas y tienen mayor deterioro cognitivo”, agrega Balestrini.
En la actualidad, varios estudios desarrollados a nivel internacional muestran que el 75 por ciento de la población es sedentaria, y además se observa un marcado incremento en etapas tempranas de la vida.
Según la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo para Enfermedades No Transmisibles (2013) en Argentina, se observó que el 55,1 por ciento de los habitantes tienen una baja actividad física. El género femenino, comparado con el masculino, tiene mayor tasa de actividad física baja (56,8 versus 53,5 por ciento). Se observó una diferencia en la motivación para realizar ejercicio físico, al visualizar que los hombres lo practicaban por gusto o diversión (55,3 por ciento) y en segundo lugar por razones de salud (29,4 por ciento); mientras que en las mujeres el orden era inverso: por razones de salud (45,8 por ciento) y por gusto o diversión (30,3 por ciento).
Otros factores
Las consecuencias del sedentarismo, es decir las enfermedades crónicas no transmisibles, son frecuentes en ambos sexos. “Sin embargo, la mujer actualmente fuma más que el varón y entonces agrega algunos riesgos relacionados con el tabaquismo, como la hipertensión arterial o algunas enfermedades respiratorias”, advierte Néstor Lentini, médico especialista en medicina del deporte del Hospital Universitario Austral (HUA). Si bien la mujer en general realiza algunas tareas dentro de la casa y eso la aleja del sedentarismo, el problema actual es la cantidad de horas que uno permanece sentado. “Estar más de ocho horas sentado para hacer trabajos administrativos genera una predisposición a las enfermedades crónicas no trasmisibles, como las dislipidemias y la obesidad o exceso de peso. Además, se produce una mayor probabilidad de mortalidad: un 40 por ciento más en comparación con aquellos que no permanecen mucho tiempo sentados durante el día”, agrega el especialista.
No obstante, Lentini considera, a diferencia de otros especialistas, que si bien la mujer en general es un poco más sedentaria que el varón, en los últimos años la diferencia se ha acortado, debido a que algunas mujeres han incorporado el ir gimnasio como un estilo de vida, mientras que los varones prefieren hacer deportes al aire libre. La mujer también se ha ido incorporando a los deportes de tipo aventura, carreras de 10 kilómetros e incluso maratones.
Cifras contundentes
Especialistas alertan que estar sentado más de seis horas al día aumenta el riesgo de muerte. El riesgo de no tentarse con ningún tipo de ejercicio puede derivar en una suerte de “sedentarismo extremo”, caracterizado por el tiempo que se pasa sentado en una silla, en relación con estar de pie o en movimiento.
Al tiempo que una persona pasa durmiendo –de seis a ocho horas– se le suma el que pasa, en promedio, sentada, recostada o semi recostada (9,3 horas). Se añaden otras siete horas en las que, se estima, realiza actividades físicas de baja intensidad, de pie o caminando; y poco más de media hora cumpliendo con alguna actividad física de moderada o alta intensidad (como correr o practicar algún deporte). “Con esa proporción, se pudo establecer que, cuando una persona pasa más de seis horas al día sentada, su riesgo de morir en los siguientes 15 años es 40 por ciento mayor, en comparación con el de alguien que se sienta menos de tres horas al día. Esto es así, independientemente de que se realice o no un deporte”, explicó Lentini.
Según un estudio del Hospital Universitario Austral y el Ministerio de Salud de la Nación, los argentinos pasan sentados en promedio 9 horas y media por día, (una persona que está sentada quema una caloría por minuto, cantidad que se multiplica por dos si están de pie), precisa el kinesiólogo Luis Antoniazzi, quien dio un taller sobre sedentarismo en la Universidad Blas Pascal en junio.
Permanecer sentados genera múltiples complicaciones. Por caso, la compresión continua de los vasos sanguíneos genera un menor aporte de oxígeno y glucosa, una mayor dificultad para eliminar los residuos celulares y un mayor nivel de fatiga. “Además, se produce una reducción del movimiento muscular, especialmente en el cuello y en los hombros”, indica Lentini. “Asimismo, la compresión constante sobre los discos intervertebrales aumenta la posibilidad de sufrir trastornos músculoesqueléticos en el cuello, la espalda dorsal y la zona lumbar”, añade.
Entre otros perjuicios, también suelen aparecer alteraciones generales a nivel cardiovascular central y periférico, la disminución de la eficiencia cardíaca y pulmonar, la aparición de problemas digestivos y una mayor probabilidad de sufrir osteoartrosis de rodilla. “Inclusive, las enfermedades del corazón, la diabetes, la obesidad y el cáncer están relacionados con los efectos perjudiciales que estar sentado tiene sobre la salud, ya que esto no supone prácticamente ningún consumo energético.
Efecto automático
Las consecuencias negativas de estar sentado no sólo se manifiestan a largo plazo, sino que el cuerpo comienza a desestructurarse tan pronto como se acomoda en la silla, porque la actividad eléctrica en las piernas se detiene, el consumo de energía baja a 1 caloría por minuto y las enzimas que ayudan a descomponer las moléculas de grasa disminuyen un 90 por ciento.
Antes de activarse
A fin de evitar los efectos del sedentarismo y para realizar un ejercicio físico seguro, es necesario que la población femenina realice los chequeos de rutina para valorar la aptitud cardiovascular, detectar la aparición de los factores de riesgo y la presencia de alguna enfermedad que aún no se ha manifestado por los síntomas. Además, es el médico quien debe prescribir el tratamiento contra el sedentarismo por medio del ejercicio físico, para obtener un beneficio integral para la salud de la paciente.
“Para que el ejercicio sea beneficioso para la salud debe ser diseñado por un experto y programado acorde a las necesidades de cada individuo. La eficacia depende de la intensidad y la regularidad del ejercicio”, indica Balestrini. Sin embargo, aclara, sus efectos favorables se pierden rápidamente cuando se produce el abandono.
“Se trata de invitar a la mujer a abandonar la inactividad física, a ponerse en movimiento para disfrutar de una vida más activa, saludable y con menos riesgos de enfermedad”, finaliza el cardiólogo.