21/06 “Desarrollan en Córdoba una aplicación para que se comuniquen discapacitados”

21 junio 2016

La Nación. Nota sobre los integrantes de OTTAA Project, emprendedores gestados por doingLABS, la incubadora de startup de la UBP.

 

Link: Desarrollan en Córdoba una aplicación para que se comuniquen discapacitados

 

Muestra pictogramas y usa sensores que interpretan el contexto; no tiene costo; está en marcha otra para personas con parálisis total y conscientes del entorno.

 

CÓRDOBA.- La búsqueda de una solución a un problema familiar desembocó en el diseño de una aplicación que facilita la comunicación de personas con diferentes tipos y grados de discapacidad. Tres jóvenes de esta provincia crearon OTTAA Project que, en menos de un año, y todavía en etapa de perfeccionamiento, tiene unos 1100 usuarios.

 

El grupo de trabajo está integrado por Héctor Costa, de 27 años, egresado de Ingeniería Biomédica de la Universidad Nacional de Córdoba; Cristian Gutiérrez, de 25, quien finalizó Ingenería en Computación y Carlos Costa, de 24, recibido de licenciado en Comunicación Social en la Blas Pascal.

 

Los hermanos Costa empezaron el desarrollo para ayuda a comunicarse a su abuela, quien padece de Alzheimer. Por la formación de Héctor en materias de tecnología para la discapacidad, conocía los instrumentos que había en el mercado, sabía de la existencia de pictogramas (dibujos) y de su aplicación para la comunicación alternativa de personas con distintas discapacidades.

 

Los pictogramas básicos de Arasaac (Portal Aragonés de Comunicación Aumentativa y Alternativa nacido en el 2007) son los que usan pacientes con Alzheimer, afasia, parálisis cerebral y autismo entre otros problemas. Aprenden a comunicarse con imágenes de acciones u objetos que buscan en las hojas del cuadernillo y los señalan.

 

Héctor Costa, Carlos Costa y Cristian Gutiérrez. Gentileza OTTAA Project..

 

“Pensamos: ya tienen un código de comunicación, le damos una vuelta de rosca que no sea sólo su digitalización”, explica a LA NACION Carlos Costa. Así empezaron usar los sensores de los teléfonos móviles para entender el entorno (hora, día, agenda de citas, clima). “La conexión entre la imagen y el contexto es la clave”, agrega.

 

La aplicación cuenta con un menú autoseleccionando por el entorno, aunque el usuario puede buscar también por fuera; pero la ventaja es que hay recomendaciones en base a una reducción de las opciones que les facilita a los pacientes lo que necesitan.

 

El equipo perfeccionó la aplicación trabajando en dos centros de rehabilitación de Villa Carlos Paz (San Francisco de Asís y Mariette Lydis). Recibieron la colaboración de médicos, asistentes terapéuticos, psicólogos y psicopedagogos, en base a los que fueron agregando, sumando opciones y mejorando el instrumento.

 

“La aplicación ofrece la opción de editar; se puede ajustar al usuario -describe Costa-. Si es una persona mayor puede elegir café o banco; si es un nene, dulce o juguete. Eso implica una mejor comunicación, más precisa”.

 

En desarrollo

La OTTAA Project es gratis y puede descargarse de su página.”Necesitamos que su uso siga ampliándose a la vez que nos interesa que nos hagan llegar sugerencias para seguir perfeccionándola”, pide Costa.

 

Los jóvenes acaban de regresar de cinco meses en Dubai, donde participaron de un programa de generación de empresas de salud y buscaron inversores que financien el trabajo. La página, además, permite que quienes quieran hagan donaciones.

 

“No tenemos un fin económico; siempre buscamos generar una solución para un grupo vulnerable; para llegar a ellos sería clave que nos apoye, por ejemplo, el Ministerio de Salud”, apunta. Fueron contactados desde el exterior, pero -por ahora- bucean si pueden completar el trabajo en Argentina.

 

Mientras completan la búsqueda de inversores, trabajan en otra aplicación para gente totalmente paralizada pero consciente del entorno. Ante la consulta de LA NACION de si sería como la máquina que usa el físico Stephen Hawking, Costa explica que una diferencia clave es que él ya sabía hacia dónde evolucionaba su enfermedad y la computadora “fue entrenada antes”.

 

“El algoritmo de su computadora aprendió de él y un desarrollo así parte de los 500000 dólares -relata-. Lo que nosotros proponemos es que la máquina haga una interpretación del entorno, que ese sea la principal alimentación de su algoritmo que también entenderá al usuario; buscamos un desarrollo que no sea para pocos”.