11/09 “Qué hará el país contra el cambio climático”
La Voz del Interior. Entrevista a Alberto Ferral, Secretario de Extensión y Relaciones Institucionales y Director de las Licenciaturas en Gestión Ambiental e Higiene y Seguridad Laboral de la UBP.
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Argentina ratificó el Acuerdo de París, pero ahora tiene que avanzar en medidas de mitigación y adaptación al calentamiento. Y debe mejorar su articulación interna y la diplomacia para presionar a las naciones ricas.
El cambio climático no fue un tema de la agenda política de la gestión kirchnerista, pero el presidente Mauricio Macri ha mencionado este problema planetario en casi todos sus discursos. Dos ejemplos extremos son su mención como argumento en el aumento en las tarifas de gas y luz, un asunto bien doméstico, y la alusión de este desafío global en un foro internacional como la pasada cumbre del G-20.
La señal política más fuerte en este sentido fue la reciente ratificación del Acuerdo de París en el Congreso de la Nación, a pedido de Macri.
“Es simplemente un gesto, que seguramente se practicará de manera rimbombante. El Acuerdo de París no tiene ningún compromiso sustantivo nuevo, sólo prevé que las naciones revisen sus contribuciones, algo que ya era un compromiso desde 1992”, advierte Raúl Estrada-Oyuela, un exdiplomático argentino de larga trayectoria en las negociaciones sobre cambio climático.
Para Christopher Kiessling, docente e investigador en gobernanza sobre cambio climático, la ratificación significa que el país acepta las metas del tratado para mantener el aumento de la temperatura global debajo de los dos grados.
“Es muy importante que Argentina se sume a un compromiso como el Acuerdo de París porque es una forma de que los países con emisiones bajas influyan sobre los que más contaminan”, comenta Alberto Ferral, director de la licenciatura en Gestión Ambiental de la Universidad Blas Pascal.
¿Y ahora?
Kiessling entiende que es el momento de fijar políticas para cumplir el compromiso voluntario de reducción de emisiones. En la cumbre de París, la gestión kirchnerista propuso bajar un 15 por ciento sus emisiones para 2030 con respecto a las proyectadas si no mediara ninguna política de mitigación. “La nueva administración inició un proceso de revisión de su compromiso con el objetivo de ampliar su ambición”, comenta el investigador.
Estrada Oyuela sostiene que se debe avanzar en una contribución voluntaria “más seria” y establecer un sistema nacional permanente para observar y registrar las emisiones. “Es lo que están haciendo los países que toman esto con seriedad”, asegura.
Para Ferral, el foco debe estar en la adaptación a las consecuencias que traerá un planeta más caliente. “A corto plazo el cambio climático afectará la vida urbana. Los cambios en las temperaturas medias y extremas, o en la intensidad y duración de las estaciones traerán trastornos económicos. Estos efectos deben tener una repuesta de adaptación”, comenta.
Kiessling también entiende que la Nación debe articular las políticas sobre cambio climático con las provincias y municipios. “Y también habilitar espacios de participación a la sociedad civil organizada para que colabore en la implementación de las medidas y pueda realizar sugerencias de revisiones y reformas”, agrega.
En tanto, Estrada Oyuela entiende que la Nación debe impulsar la mitigación con estímulos fiscales a la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías de generación de electricidad y de eficiencia energética y sumar penalidades fiscales a los que se muevan en sentido contrario.
Las claves
15% de reducción de emisiones
Eso propuso Argentina para 2030, comparado a las emisiones proyectadas si no mediara ninguna política de mitigación. También propuso un 15% de reducción de mediar un escenario internacional favorable. La gestión de Macri dijo que revisará este compromiso. Para cumplir, planteó medidas en bosques, energías y transporte.
0,88% de emisiones globales
Argentina no es un gran emisor de gases de efecto invernadero, pero per cápita es de 10 toneladas anuales, por encima de muchos países europeos y de China, el mayor emisor. Se debe a una matriz energética de combustibles fósiles, a la deforestación, a la fuerte actividad agrícola y ganadera y la incorrecta disposición final de residuos.
Se anticipa un clima monzónico
Es la consecuencia más esperada para Córdoba. Significa un periodo seco más largo, olas de calor y menos días con lluvias pero más intensas. Un clima extremo provocará más incendios, escasez de agua e inundaciones. Las olas de calor serán más mortales e incrementará la incidencia de enfermedades como el dengue.