02/01/2017 “¿Por qué necesitamos un “Córdoba Valley”?”
La Sexta Sección. Artículo de Pablo Piccolotto.
Link: ¿Por qué necesitamos un “Córdoba Valley”?
Un artículo de Pablo Piccolotto, docente de Innovación en múltiples carreras en la Universidad Blas Pascal.
El entorno es sin lugar a dudas el principal promotor o detractor de la capacidad de innovar de una persona, organización o sociedad. De la misma forma que en la Florencia renacentista se generaron las condiciones correctas para que mentes como la de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel o Galileo Galilei transformaran el mundo para siempre, lo mismo sucede hoy en día en distintas partes del planeta. Si no fuera por la familia Médici -los banqueros más ricos de la región de la Toscana Italiana- quienes financiaron durante décadas el desarrollo de las ciencias y las artes en la bella cuidad atravesada por el río Arno, con seguridad dichos nombres no resonarían en nuestras cabezas hoy en día. Si Leonardo Da Vinci -con su impecable intelecto y curiosidad- hubiera nacido en otro lugar o en otra época, muy probablemente hubiera pasado desapercibido. Los Médici generaron las condiciones apropiadas para que aquellos individuos talentosos pudieran desarrollar al máximo su potencial creativo, artístico e innovador en un ambiente proclive a la experimentación, el intercambio de ideas y el pensamiento disruptivo.
En consonancia, si Steve Jobs hubiera nacido en Argentina -o en Irán-, Apple Computers probablemente no existiría. Jobs pasó su infancia y juventud jugando con juguetes electrónicos como micrófonos, amplificadores y transistores mientras asistía a reuniones en el Club de Exploradores de Hewlett Packard. “Casi todos los padres del barrio se dedicaban a cosas fascinantes, como los paneles fotovoltaicos, las baterías o los radares. Yo crecí asombrado por todo aquello y le preguntaba a todo el mundo por estos temas”, le relata Steve a Walter Issacson, según su biografía. De la misma forma, si Mark Zuckerberg no hubiera comenzado sus estudios en Harvard, nunca hubiera emprendido su famosa red social (Facebook).
Con frecuencia, tendemos a sobrestimar el rol de las personas en la innovación sin tener en cuenta que el contexto tiene mucha más influencia de lo que pensamos. Indudablemente, para que la innovación suceda, se deben dar ambas condiciones ambientales: tenemos que estar en el lugar apropiado pero también, en el momento oportuno.
En la actualidad podemos encontrar ejemplos similares como el Silicon Valley en California o el Silicon Wadi en Israel. La trágica muerte del único hijo de Leland Stanford, a la temprana edad de 15 años, marcó para siempre la región de la bahía de San Francisco. Sin su muerte, probablemente Leland nunca hubiera donado toda su fortuna para crear la homónima casa de estudios que fue sin lugar a dudas un ingrediente clave para el nacimiento del Silicon Valley. Algunos años después, más precisamente en el año 1939, un par de amigos graduados de la Universidad de Stanford iniciaron una compañía llamada Hewlett Packard con una inversión inicial de 500 dólares en la cochera de una casa en la ciudad de Palo Alto, California.
Muchas veces nos cuentan “historias de Cenicienta” de personas exitosas donde sólo se hace hincapié en sus extraordinarias características personales, omitiendo las variables exógenas que contribuyeron a su éxito. Según el famoso escritor Malcolm Gladwell, en su libro “Los fuera de serie” (o “Outliers”), prestamos demasiada atención al aspecto de la inteligencia y ambición de personas extremadamente exitosas y muy poca al lugar de donde vienen, es decir, a su cultura, su familia, su generación y las singularidades de su educación.
Por lo general, subestimamos las variables contextuales que contribuyen al éxito de las personas. Lo mismo aplica a contextos más específicos como los que podemos encontrar dentro de las organizaciones. Este es el caso por ejemplo de Google que alienta, premia y genera las condiciones apropiadas para que la innovación suceda en forma natural y orgánica. Empresas como Google son famosas por permitir que sus empleados hagan uso de un 20% de su tiempo en un proyecto personal innovador que le pueda ser útil a la compañía.
Como colorario, debemos favorecer las variables que ayudan a que individuos emprendedores e innovadores puedan idear y llevar adelante sus proyectos con más facilidad. Y por supuesto, todo el ecosistema es importante: Universidades, red de contactos, gente con aspiraciones e intereses similares, inversores dispuestos a tomar riesgos, etc. Esta es la única forma en la que lograremos que las chances de ser un emprendedor exitoso, aún con la misma idea, talento, motivación y trabajo, sean las mismas si naciste en San Francisco (California) que si naciste en San Francisco (Provincia de Córdoba).
Este artículo lo redactó el Ingeniero Pablo Piccolotto, quien se desempeña como docente en Ingeniería en Telecomunicaciones en la Universidad Blas Pascal.
Fuente: Universidad Blas Pascal – Lic. Carolina Oviedo, Prosecretaria de Comunicación Institucional – cioviedo@ubp.edu.ar