01/10 “Innovación: mitos y verdades sobre una palabra de moda”
La Voz del Interior. Artículo del Mgter. Pablo Piccolotto, docente de la Especialización en Gestión de las Tecnologías y de la Diplomatura en Innovation Management de la UBP.
Link: Innovación: mitos y verdades sobre una palabra de moda
Por Pablo Piccolotto- Docente de la cátedra Innovación de la Universidad Blas Pascal
El 40 por ciento de nuestras ideas creativas surgen mientras nos bañamos, el 25% cuando jugamos y 15% durante un ejercicio físico.
Lo más peligroso no es lo que la gente sabe sobre un determinado tema, sino lo que creen saber al respecto. Y la innovación no es la excepción a la regla. Pocos son capaces de definirla y, menos aún, de usarla con propiedad. Sugiero cinco mitos sobre esta palabra tan elusiva y al mismo tiempo tan deseada.
Mito 1. Es sinónimo de creatividad o invención. Entendemos por innovación todos los cambios novedosos que, sin importar su naturaleza, logran aceptación y redundan en un beneficio, ya sea económico o de cualquier otro tipo. Un excelente ejemplo de innovación es el bypass coronario (o cirugía de revascularización miocárdica), que revolucionó el tratamiento de las complicaciones asociadas a la aterosclerosis coronaria.
Este novedoso procedimiento quirúrgico, perfeccionado por René Favaloro en 1967, en la Universidad de Cleveland, ha sido ampliamente adoptado y salvó decenas de millones de vidas.
Mito 2. La lluvia de ideas nos hace más creativos. La universidad de Harvard desmitificó la famosa dinámica de equipo. El estudio reveló que la creatividad se generaba al sentirse distendido y sin presión por la evaluación. Es decir, cuando la gente se relaja, se liberan endorfinas que favorecen el funcionamiento del cerebro, en contraposición con el cortisol que se libera por el estrés.
En consonancia, el estudio reveló que el 40 por ciento de nuestras ideas creativas surgen mientras nos bañamos, el 25% cuando jugamos y 15% durante un ejercicio físico. Sólo el 11%, cuando estamos sentados en una oficina.
Incluso está demostrado que determinada música, como las composiciones de Mozart, pueden hacernos más creativos y mejorar nuestro rendimiento intelectual. Este fenómeno es conocido como el “efecto Mozart” y tiene una duración de sólo 10 minutos luego de escuchar su música.
Mito 3. La innovación es sinónimo de tecnología. Mucha gente asocia la innovación con computadoras o aplicaciones, pero en realidad la tecnología es sólo una herramienta para resolver problemas, no la única. Por ejemplo, en 2015 se lanzó un nuevo tipo de fideos sobre la base de garbanzos, con el doble de proteínas y cuatro veces la fibra de la pasta tradicional, que a la vez contiene menos hidratos de carbono y es libre de gluten.
Lo importante es ser capaces de pensar “fuera de la caja” y poder visualizar oportunidades más allá del empleo de una solución estrictamente tecnológica.
Mito 4. El beneficio económico es clave. Con frecuencia, nos empecinamos en conseguir un modelo de negocio rentable antes de validar las ideas en el mercado.
Si bien el dinero contribuye a la sustentabilidad de los emprendimientos, el foco debe estar en perseguir una visión que supere el rédito económico. Y créanme que es necesario, porque el camino para llegar a una innovación exitosa no es fácil, está plagado de fracasos y obstáculos, y va a requerir de una motivación más elevada.
De la misma forma que Steve Jobs buscaba cambiar el mundo mediante el uso de la computadora personal, o los creadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, buscaban democratizar el conocimiento, el dinero fue una consecuencia de sus innovaciones y no un fin en sí mismo.
Mito 5. Es conveniente cambiar de rubro. Por lo general, tendemos a pensar que hay más oportunidades en aquellos dominios o problemas que nos son ajenos o distantes.
Este fenómeno fue estudiado por los investigadores David Dunning y Justin Kruger, de la Universidad de Cornell, y se conoce como el efecto Dunning-Kruger. Este efecto esconde un sesgo cognitivo que nos hace percibir como más sencillo o con más oportunidades aquel problema desconocido.
En contraposición, a mayor conocimiento y experiencia, nuestro nivel de confianza decrece, ya que reconocemos con mayor objetividad nuestra ignorancia y nuestra incompetencia.
Por eso, percibimos a aquellos dominios sobre los que menos sabemos como más prometedores, pero es un engaño cognitivo. Existen más chances de ser exitosos si innovamos en un área del conocimiento que nos sea familiar, aun cuando no nos sintamos tan confiados al respecto, ya que nuestro conocimiento será una fortaleza en sí mismo.