29/07 “Los mundos posibles de la Argentina”

29 julio 2016

La Voz del Interior. Artículo de Marcela Farré, Directora de las carreras de Comunicación de la Universidad Blas Pascal.

 

Link de la entrevista: Los mundos posibles de la Argentina

 

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Por Marcela Farre- Directora de carreras de Comunicación de la UBP.

 

La teoría de los mundos posibles nos invita a confrontar las versiones de mundo y descubrir quién falta

 

Si creemos que la realidad es una sola, estamos en un error. En primer lugar, porque conocemos el mundo a través del tamiz de nuestras creencias, lo cual hace que sólo podamos ver parcialmente la realidad. En segundo lugar, porque ese mundo llega a nosotros también a través de las creencias y los relatos de los otros, como los profesionales de la comunicación.

 

Milagro Sala puede ser una mediadora de la filantropía pública, una víctima o un engranaje de la corrupción, según la versión de mundo que estemos dispuestos a ver.

 

De este modo, podemos decir que vivimos en mundos posibles. Y aunque existan verdaderamente niños argentinos que van a la escuela descalzos y sean, aun así, abanderados, sucede que esos niños (reales) no están hoy habitando el mundo posible que conocen otros argentinos.

 

“Si en invierno estás en patas, es porque estás consumiendo energía de más”, afirmaba el presidente Mauricio Macri. Pero no. Hay muchas razones por las que un argentino anda descalzo en invierno, más allá de tener la calefacción a tope.

 

Tamaña torpeza discursiva del Presidente puede justificarse diciendo, por ejemplo, que él estaba pensando en un tipo de contexto particular. Puede ser. Pero la política no puede permitirse semejantes exclusiones, dejando fuera a otro tipo de individuos.

 

Umberto Eco explicaba que los mundos posibles son relatos que están habitados por “individuos”, y que estos tienen “propiedades esenciales” y otras “accidentales”.

 

Las primeras son aquellas imprescindibles para el sentido del relato. Por ejemplo, en Caperucita , es esencial que un personaje sea lobo y el otro, una niña pequeña; en cambio, es accidental que ella tenga una caperuza roja.

 

En presente

Vamos ahora a nuestro mundo actual: si la calefacción del hogar es un rasgo que caracteriza esencialmente la vida de los individuos de cierto mundo, será muy difícil dialogar con un mundo alternativo donde este rasgo no es, siquiera, accidental.

 

Asimismo, no hay mutua comprensión entre dos mundos que cuentan las políticas públicas de Gobierno si uno trae como propiedades esenciales de sus individuos la idoneidad y la ética, y el otro contempla como esencial ser amigo de un expresidente, con ausencia de los otros dos rasgos. Son mundos “mutuamente inaccesibles”, diría Eco.

 

La teoría de los mundos posibles nos invita a confrontar las versiones de mundo para descubrir quién falta: qué individuos no han sido sumados o qué propiedades se están dejando fuera.

 

El relato kirchnerista es un buen ejemplo reciente. Se trata de un mundo posible presentado con las propiedades esenciales de “nacional y popular”, pero que hoy se da de cara contra esta otra versión plagada de codicia y estafa a los desprotegidos.

 

Aprender significa, entonces, ampliar nuestro mundo. Ser capaces de alojar, en las ideas y en el lenguaje, a más individuos, representantes de la diversidad.

 

A los niños descalzos. A las personas que desesperan y a quienes están obligados a auxiliarlas. A los que crean y creen. A los que se equivocan de buena fe. A los viejos. A los inmigrantes. A los perdedores… y a todos ellos tomarlos en su propiedad esencial de ser humano (una persona y no un descalzo, un sirio o un perdedor). Ello dará sentido al relato de la sociedad que queremos ser.

 

Periodistas y políticos tienen una enorme responsabilidad en esto de formular e instalar relatos, mundos posibles.

 

Si el hombre está llamado a ampliar su mundo, entonces el político –que lidera destinos históricos– y el periodista –que nos narra el mundo que debe ser conocido– están obligados a hacerlo.

 

Deben alojar a todos los individuos necesarios que componen nuestra Nación, y además garantizar que las propiedades de humanidad y de dignidad sean siempre esenciales.